Idealmente debemos ir de menor a mayor complejidad de los tratamientos.
Tengan en cuenta que es muy importante que el niño “coja confianza en el dentista” y para eso debe ir asentando comportamientos. Lo normal es empezar con tratamientos poco invasivos para él para que se vaya acostumbrando a mantener la boca abierta todo el tratamiento, a sentir el agua en la boca, a escuchar el ruido del rotatorio… y vea que no pasa nada e incluso que es divertido. Por esto normalmente en las primeras visitas realizaremos radiografías, controles de placa, selladores de fosas y fisuras, fluoraciones, pequeñas caries… Conforme el niño se comporte mejor y vaya manteniendo la boca abierta con seguridad y tranquilo podremos ir realizando tratamientos más complejos que requieran por ejemplo anestesia.
Insisto en la importancia vital de la colaboración de todo su entorno manteniendo una actitud positiva ante cada visita al dentista. Si sus padres le trasmiten seguridad y positividad, los niños vienen tranquilos y sin miedo. El resto déjelo a nuestro criterio y buen hacer. Tenemos larga experiencia con niños y mucha paciencia.
La técnica anestésica dependerá del tratamiento. Hay tratamientos que no la necesitan, otros que con un poquito de anestesia tópica en gel es suficiente y otros que precisan de anestesia infiltrativa.
Nuestra técnica de anestesia infiltrativa es entre un 80-99% menos dolorosa que la técnica anestésica convencional. Utilizamos un sistema de anestesia electrónica que detecta la presión de líquido anestésico que admite la zona a “dormir” y por tanto es una técnica sumamente suave y prácticamente imperceptible al administrarla. Evidentemente la zona se nota igualmente dormida, la diferencia radica en que “no se nota que le estamos colocando la anestesia” y esto en cualquier persona es importante, pero en los niños……. es mil veces más importante.